¿Cuáles son las famosas frases, citas de Alexander Cockburn? Las mejores frases, citas de Alexander Cockburn sobre la vida, el amor, la motivación, la ciencia más.
Alexander Cockburn
Alexander Claude Cockburn (6 de junio de 1941 – 21 de julio de 2012) fue un escritor y periodista político irlandés-estadounidense nacido en Escocia. Cockburn fue criado por padres británicos en Irlanda, pero vivía y trabajaba en los Estados Unidos desde 1972. Junto con Jeffrey St. Clair, editó el boletín político CounterPunch. Cockburn también escribió la columna «Beat the Devil» para The Nation, así como una para The Week en Londres, distribuida por Creators Syndicate.
Frases de Alexander Cockburn
- El arma del abogado es la espada del soldado, no la daga del asesino.
- Un alma infantil no inoculada con la oración obligatoria es un alma abierta a cualquier infección religiosa.
- La primera ley del periodismo: confirmar los prejuicios existentes, en lugar de contradecirlos.
- Nos siguen diciendo que en la guerra la verdad es la primera víctima, lo cual no tiene sentido, ya que implica que en tiempos de paz la verdad permanece fuera de la enfermería o el cementerio.
El escritor de viajes busca el mundo que hemos perdido: los valles perdidos de la imaginación.
- Ten cuidado con Birmania. La mayoría de las personas no pueden recordar si era Siam y se convirtió en Tailandia, o si ahora es parte de Malasia y debería llamarse Sri Lanka.
- Para 1967, J. Edgar Hoover había llegado a la conclusión de que el Partido Pantera Negra había reemplazado al Partido Comunista como la amenaza más grave para la seguridad nacional.
- En su intento por aplastar a los Panteras Negras, el FBI diseñó frecuentes arrestos en el más débil de los pretextos.
- Representa una amenaza política para Business As Usual, y tarde o temprano, sobre todo antes, alguien intentará matarte.
- Use la insignia del radicalismo ambiental, y usted es un ciudadano automáticamente bajo sospecha.
- Inglaterra a fines de la década de 1940 era famosamente sombría. Como lo recuerdo, en aquel entonces, Londres era un lugar muy sucio, de polvo de carbón y humo, de la arena que se levantaba todos los días por los martillos perforadores que aún retiraban escombros del Blitz.